En Siberia, Rusia, más precisamente en la zona de Yakutia, se encuentra el Valle de la Muerte, un lugar prácticamente inexplorado y muy inhóspito, lleno de pantanos y donde los lugareños no se atreven a ir porque dicen que quien accede, no vuelve nunca más. Ellos tienen leyendas, pero no quieren hablar del tema y menos aún que la gente se atreva a adentrarse. En una palabra, tienen mucho miedo del lugar y de quienes supuestamente viven allí, o vivieron en algún momento. La zona es verdaderamente un lugar de terror, como ya dijimos, está lleno de pantanos y de árboles sin hojas, como en las películas de terror, sumado a que es muy inhóspito, no ves animales ni nada que te aliente o te de fuerzas como para caminar tranquilo.
En 1854 un geógrafo llamado Richard Karlovich Maack, realizó una expedición que abarcó parte de la zona del Valle de la Muerte. En su investigación, los miembros del grupo hallaron grandes objetos metálicos incrustados en el suelo, a los que llamaron «calderos». Eran como platos enormes y metálicos, de entre 6 y 9 metros de diámetro.
Según se investigó, no era la primera vez que se habían visto estos objetos metálicos, sino que años antes, un aventurero había dado a conocer estos objetos que había hallado mientras buscaba oro en la zona. Algunas de las personas que estuvieron cerca de estos calderos en el Valle de la Muerte, padeció de extrañas enfermedades cutáneas en la que su piel se llenó de ampollas o similares erupciones, junto con pérdida de cabello.
Hace unos años, un investigador llamado Ivan Mackerl, viajó al Valle de la Muerte junto con un grupo de científicos. Al llegar al lugar, sobrevolaron la zona, para encontrar los supuestos calderos. Ya en tierra se dirigieron a donde habían creído que estaban algunos de ellos, de acuerdo a lo que habían visto desde el aire. En el lugar encontraron un charco de agua circular. Con un bastón largo se hundieron en el charco y lo sumergieron hasta que golpeó con algo. Según los golpes y el ruido que se escuchaba al golpear, parecía que había algo metálico y hueco sumergido en el agua. Otros más fueron encontrados, y en todos pasaba lo mismo, hasta que en uno encontraron altas variaciones magnéticas. Al poco tiempo de estar explorando la zona, algunos de los miembros comenzaron a marearse, tener fiebre y a presentar síntomas extraños en su cuerpo.
Según lo que se sabe de las leyendas de los lugareños, en la antigüedad hubo una batalla épica entre los «demonios» que habitaban el bosque y otros que vinieron desde el cielo. La leyenda dice que esos calderos, eran las armas de los demonios del bosque, los cuales en la batalla dispararon bolas de fuego hacia los demonios que venían del cielo. El lugar quedó destruido luego de la batalla y por eso habría quedado así, tan «muerto» y desolado. Además los lugareños supuestamente habían encontrado una estructura extraña, luego de la batalla, que al tiempo desapareció sumergiéndose en la tierra. Según las leyendas, estas cosas incrustadas en la tierra son supuestamente estructuras defensivas que atacan a cualquier objeto aéreo que viene a dañar el planeta.
Hay quienes creen que estas leyendas no son tan locas, porque de hecho, hace un siglo atrás en 1908 más precisamente, hubo una explosión extremadamente poderosa, denominada suceso o bólido de Tunguska. El objeto que venía del aire tenía aproximadamente 80 metros de diámetro y explotó antes de tocar suelo. Si hubiera llegado al suelo, hubiera sido devastador, puesto a que su poder hubiera sido de 30 megatones, una cifra más de 1000 veces mayor a la bomba nuclear de la segunda guerra mundial. Es por ello que algunos de los conocedores de la leyenda, dicen que lo que destruyó ese objeto enorme en el aire, fue esa o esas armas de la leyenda.
El Valle de la Muerte sigue siendo un misterio más en el mundo, aunque algunos creen que hay parte de verdad, y que algo extraño hay allí, lo cierto es que no se le ha prestado más atención y no se ha investigado o querido investigar como corresponde. Se cree que algo pasó, y que hay una especie de radioactividad que es lo que generaría la toxicidad en la piel y en el organismo de aquellos que merodean la zona de los calderos. Pero aun así, es todo un misterio.